domingo, 8 de noviembre de 2009

35 Años


Autor: Karla Rubilar, Cristóbal Bellolio
11-9-2008

Hoy se cumplen 35 años desde el 11 de septiembre de 1973: mucho tiempo para algunos, probablemente muy poco para otros, pero sí más que suficiente para que toda una generación puede decir que sufrió la violencia política y que más tarde puso sus mejores esfuerzos en construir un país distinto. Las nuevas generaciones muchas veces no somos capaces de entender lo que nuestros padres vivieron de uno u otro lado. En nuestra apatía se esconde un agradecimiento mudo, pero sincero. Pero es hora de mirar hacia delante.

Es triste que todavía una parte importante de nuestra clase política siga viviendo sólo del pasado. Es triste porque nos deja atados a una nación de odio y rencor. Es triste porque, no la sentimos nuestra, excluye a millones.
A lo largo de nuestra larga y angosta tierra emerge sangre nueva que reclama el protagonismo del futuro. Y no podremos hacerlo sin dejar en el camino la mochila emocional que significa haber estado en un bando u otro, y que no nos corresponde. Nuestra generación pide a gritos una oportunidad, y es capaz de mirarse a la cara sin resentimiento, dialogando en un clima de tolerancia y diversidad política inimaginable hace tan sólo décadas.

El más profundo grito de los nuestros no es de violencia, es de paz. Y para que ese grito derribe todas las murallas del individualismo y la indiferencia es esencial que detengamos, de una vez por todas, la lógica de los vencedores y vencidos, de víctimas y victimarios, de unos chilenos moralmente superiores a otros. Los tiempos están maduros para dejar juzgar a la historia, sin olvidar aprender de ella.
No queremos recibir una herencia de resquemores, sino construir un país de hermanos. Queremos abrir los caminos de un Chile joven, apasionado con la libertad e indignado con la desigualdad y la injusticia. No nos cabe duda de que hoy ése es el ADN de los jóvenes de todos los colores políticos. No nos quiten ese patrimonio compartido con ánimo de división y mezquindad electoral. Cuidemos el lenguaje para no caer en la utilización del dolor.

Las palabras pueden dañar más que el cuchillo, pero al alma de Chile, al país de todos. Llegó el tiempo de la grandeza política y debemos estar a la altura.

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