domingo, 8 de noviembre de 2009

La Utilidad del 'Poder Blando' en la Política Internacional.


A través del análisis de las teorías que conciernen al estudio de las Relaciones Internacionales, queda de manifiesto que éstas han estudiado y estimulado diversos debates conceptuales y teóricos y, por consiguiente, se han establecido ciertos paradigmas frutos del análisis, críticas y aportes y, finalmente, evolución de cada una de estas posiciones. En el presente escrito se intentará analizar la utilidad, variación y distintos matices que pueda mostrar el denominado “Soft Power” o “poder blando” en la política internacional. Para dicha tarea es, primeramente, necesario definir y contextualizar, en su nivel básico, dicho concepto. Éste fue acuñado por Joseph S. Nye en el otoño de 1990 en su principal ensayo ‘Soft Power’ en su obra Soft Power: The Means to Success in World Politics y se refiere a él que “reside en la capacidad de atraer y convencer más que de coaccionar. […] El poder duro procede de la fuerza militar y económica de un país. El poder blando surge del atractivo de su cultura, sus ideales y su política.” (Nye, 1990).

Gracias a esta sencilla y práctica definición y luego de examinar dos importantes perspectivas teóricas como lo son el “neorrealismo” y el “liberalismo”, se puede afirmar que este concepto acuñado por Nye ha estado presente en las relaciones internacionales a través de la historia y es por esto la relevancia de su observación.

El sistema internacional, según consenso en numerosas teorías, es anárquico por naturaleza, y de acuerdo con Keohane (1988), con el pensamiento de Waltz perteneciente a la escuela neorrealista, la anarquía no implica ni una ausencia de modelo ni un estado de guerra perpetuo, sino, implica que la política mundial se caracteriza en el sentido de que ésta carece de un gobierno común. “En ausencia de agentes que tengan autoridad sobre todo el sistema, las relaciones formales de dominio y subordinación no llegan a desarrollarse.” (Waltz, 1979: 88). Este sistema es la arena política de sus principales actores. Los Estados. Y son éstos los principales responsables y protagonistas de las relaciones mundiales.

Una tesis relevante y ciertamente reveladora, que utilizaré de base argumentativa, es la que presenta el Politólogo Francis Fukuyama, primeramente, en su articulo “¿El fin de la Historia?” publicado en 1989 y, luego, en su libro El fin de la historia y el último hombre publicado en 1992. Esta compleja y extensa proposición en torno a la cual se ha debatido bastante debido, en primer lugar, a que aporta y, a la vez, cuestiona las tesis de importantes autores como Hegel y Marx, y, en segundo lugar, a que a palabras de Fukuyama “el fin de la historia no es, por tanto, una afirmación, como algunos de mis críticos han objetado, sino una interrogante abierta que permanece aún sujeta a debate.” (Fukuyama, 1992) está basada principalmente en la idea de que el liberalismo económico y político, la “idea” de Occidente finalmente se ha impuesto en el mundo (Fukuyama, 1988). Para efectos de este escrito lo relevante será el por qué de dicha imposición, y como esta “idea” de occidente se ha universalizado.

Desde Grecia y la configuración del demos, pasando por la teoría política moderna pactista y contractualista, hasta la contemporánea, la relación entre los estados se ha visto determinada por las relaciones de poder entre unos y otros, es aquí donde este concepto -poder- toma vital importancia. En la tesis liberal de Fukuyama se establece que con el fin de la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín simbolizando la caída de los grandes relatos, las contradicciones que caracterizaron a la historia y sus conflictos se han resuelto, no hay lucha ni conflicto en torno a grandes asuntos (Fukuyama, 1988), es por esto que el eje principal de estudio, discusión y acción general es la actividad económica. Pero la actividad económica no es un fin en sí misma, sino una causa o elemento del ‘poder blando’, así podemos afirmar que éste es diacrónico y, por ende, lo encontramos en distintos momentos de la historia. Quizás en el periodo que el poder blando se hizo más presente fue justamente en la guerra fría, la que ha sido definida como una guerra ideológica en vez de bélica y abstracta en vez de concreta -en términos de grandes conflictos.- durante esta etapa de la historia, la bipolarización del mundo tenía como principal característica el poder blando que ejercía cada bloque (socialista y capitalista) hacia el otro con el fin de imponer la hegemonía de uno sobre otro. En efecto “el triunfo de Occidente, de la “idea” occidental es evidente” (Fukuyama, 1988), pero esta se manifiesta mas allá de la alta política como lo confirma este autor:

”Pero este fenómeno se extiende mas allá de la alta política, y puede observársele también en la propagación inevitable de la cultura de consumo occidental en contextos tan diversos como los mercados campesinos y los televisores en colores, ahora omnipresentes en toda China; en los restaurantes cooperativos y las tiendas de vestuario que se abrieron el año pasado en Moscú; en la música de Beethoven que se transmite de fondo en las tiendas japonesas, y en la música rock que se disfruta igual en Praga, Rangún y Teherán.” (Fukuyama, 1988).

Es evidente que, incluso, al ‘término de la historia’ y la reconfiguración del panorama mundial, el poder blando ha sido una principal característica en la política exterior, no solo de numerosas súper potencias, sino que también de súper ideologías y cosmovisiones que han influenciado sobre otras. Cabe destacar, aunque se infiere, que este poder no lo ostenta cualquier Estado, si no sólo aquellos con el tamaño, capacidad y que, principalmente, representan una referencia política o cultural. Un Estado que disfruta de ‘poder blando’ constituye un referente para otros, tiende a ser imitado y seguido, consigue sin violencia que otros Estados hagan lo que él quiere (Nye, 1990).

Es aquí importante subrayar el concepto de cooperación, que puede ser fácilmente relacionado al poder blando y que según el liberalismo es una de las principales estrategias de los Estados.

Lo aquí expuesto se analiza desde la escuela liberal en la que los Derecho Humanos, el libre comercio, la democracia, las organizaciones internacionales y la política interna plasmada en la política exterior de cada país, juegan el rol más importante y, por ende, el rol más importante del poder blando representado por la imposición de un Estado Homogéneo Universal (Fukuyama, 1988).

Como lo establece Keohane en su ensayo “Institucionalismo Neoliberal: una perspectiva de la política mundial” las instituciones son también de vital importancia en las relaciones internacionales:

“Las instituciones internacionales son importantes para las acciones de los Estados, en parte porque afectan los incentivos con que se enfrentan los mismos, inclusive si aquellos intereses fundamentales de los Estados se definen autónomamente. Las instituciones internacionales les permiten a los Estados tomar acciones que, de otra forma, serían inconcebibles […]” (Keohane, 1988: 20).

De la cita anterior surge la pregunta ¿Son las instituciones internacionales creadas o utilizadas por el poder blando ejercido por ciertas potencias? ¿Es por esto que son de tanta importancia al analizar el actual liberalismo político y económico?
Finalmente es incuestionable que la reciente historia mundial y la venidera ha sido y seguirá siendo, respectivamente, representada por las relaciones de poder existentes entre los Estados, pero es incuestionable también que la influencia política, cultural y económica es la que se encuentra presente en el estadio actual del escenario internacional. A lo anterior, llama la atención la Globalización que vive el mundo, y es ésta una clara manifestación de poder blando, es decir, la necesidad de utilizar y maximizar el óptimo desarrollo de tecnologías y la masificación de los medios de comunicación, como características básicas, están trascendiendo a todos los países del globo, pero ¿es este particular poder blando ejercido por alguien? Quizás la respuesta sea desconocida, pero lo que no se puede desconocer es cuando y como se implantó. ¿Es el actual estado de globalización efecto del poder blando ejercido por el bloque occidental? ¿Se puede relacionar a la globalización con el Estado Homogéneo Universal que describió Francis Fukuyama en su pensamiento? ¿Son las identidades de los países tan permeables a esta súper ideología presente en todos lados?

Sin duda las respuestas a estas interrogantes son diversas y surgirán, generalmente, determinadas por la perspectiva teórica con la que se analicen como aquí se ha hecho presente.

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